Al momento de este escrito el mundo enfrenta los estragos de la pandemia producida por el COVID-19. Hasta el día de hoy, a nivel mundial, se han reportado unos 1.6 millones de casos infectados y 97,200 muertos. En Estados Unidos la cifra reportada de casos infectados es de 466,396 y 12,704 muertos y en Puerto Rico 752 infectados y 39 muertos. Ante la ausencia de tratamientos específicos o vacunas, la principal herramienta utilizada para atajar los estragos siendo causado por este coronavirus ha sido el distanciamiento social. Se cifran esperanzas en el desarrollo de una vacuna que pueda prevenir infecciones futuras. Hay al menos dos compañías farmacéuticas de renombre mundial que han anunciado planes de comenzar estudios clínicos con prototipos de vacunas durante el mes en curso, y la intención de tener vacunas para distribución poblacional a fines de este año. De materializarse dicha proyección, le corresponderá a las autoridades y organizaciones locales preparar estrategias que faciliten la distribución y administración de las vacunas contra el COVID-19 eficientemente.
Si consideramos la experiencia con la vacunación contra la influenza en Puerto Rico vemos que habrá retos significativos que atender. Según datos del Behavioral Risk Factor Surveillance System (BRFSS), la población de los adultos mayores de 18 años que recibieron vacuna contra la influenza durante el año fiscal 2018-2019 en PR fue de 24%, muy por debajo de la cifra de 70% recomendada por Healthy People 2020.
Durante mi incumbencia como Secretario de Salud de Puerto Rico publiqué en el Nuevo Día la siguiente columna fechada el 7 de agosto de 2013:
“Cada agosto la Coalición Nacional de Información en Salud Pública celebra el mes de Concienciación Nacional sobre la Inmunización. Hoy, debido al beneficio de las vacunas, nuestra población no padece enfermedades que, en su momento, afectaron gravemente la salud pública en Puerto Rico y el Mundo.
La mayoría de los padres no conocen un cuadro clínico de paperas, tos ferina o sarampión ni sus consecuencias. Las vacunas proveen un escudo protector que cubre al vacunado y su comunidad inmediata, ya sea la escuela o área de residencia. El desarrollo de las vacunas y su distribución global se debe a la increíble gesta de seres humanos comprometidos.
Hace 50 años el doctor Maurice Hilleman, ante el cuadro clínico de paperas en su hija de 5 años, tomó una muestra y lo sometió a procesos de cultivos que culminaron en el desarrollo de una vacuna. Ésta, eventualmente, se convirtió en la vacuna MMR que protege contra paperas, sarampión y rubeola (sarampión alemán). A este medico se le reconoce por perfeccionar 9 de las 14 vacunas más utilizadas en los niños. Es el responsable de salvar más vidas que mediante cualquier otra intervención sanitaria durante el siglo 20.
Puerto Rico contó con visionarios como Esteban Calderón, ex director de nuestro Programa de Vacunación. Un artículo de 2001, por Marga Pares reportó: “A lavanguardia en el programa de vacunación, en Puerto Rico son vacunados anualmente cerca de 60,000 infantes provenientes de familias de escasos recursos. Esa cifra logró que el Programa de Vacunación del Departamento de Salud fuera reconocido por la Conferencia Nacional de Inmunización, con una tasa de 94% de vacunación en los niños médico-indigentes de dos años.” Hoy los centros de vacunación del Departamento se conocen como los Centros Esteban Calderón.
En 1998 la revista The Lancet publicó un artículo del médico británico Andrew Wakefield donde alegaba que la vacuna MMR era responsable de los casos de autismo. Aunque el artículo fue retirado por el contenido incorrecto y el gobierno Británico despojó a Wakefield de su licencia, por falsa representación, tuvo un efecto directo en los padres deseosos de una respuesta ante la realidad de hijos con una enfermedad poco conocida. Los propulsores de la vacunación, como método inigualable para preservar la salud infantil, han persistido en mostrar evidencia científica que contradice el alegato. Sin embargo, se atribuye a esta publicación el reporte de 26mil casos y nueve muertes por sarampión en Europa durante el 2011.
Como todo medicamento las vacunas no son 100% efectivas ni libres de efectos secundarios. Pueden ocurrir reacciones de alergias, y más entre los ya alérgicos a las proteínas del huevo. Pero, los beneficios para la salud pública son mayores a los rarísimos casos de efectos adversos. Sería irresponsable que personas creyentes en el método científico aconsejen a los padres no vacunar por el riesgo de una reacción.
Este agosto nos unimos a la Coalición Nacional de Información en Salud Pública. Convoco a la ciudadanía a que acuda a vacunarse asegurando su salud y la de sus hijos”.
Hoy día VOCES, Coalición de Vacunación de Puerto Rico, organización sin fines de lucro, el Departamento de Salud de PR, junto a otras 40 organizaciones del campo de la salud e individuos buscan promover la vacunación como el principal elemento de prevención. Ahora es el momento de comenzar a desarrollar la planificación estratégica necesaria que permita la concientización, educación y auspicie un despliegue exitoso de vacunación contra el COVID-19 una vez la tan esperada vacuna se haga disponible.